El tiempo y el espacio es uno de
los tantos espejismos que existen en este mundo, es algo que parece existir
pero que en realidad es el efecto del constante cambio de la energía. Nuestra
conciencia sabe del tiempo y el espacio porque está ligada a este mundo por
medio del cuerpo, percibe como todo cambia a distintas vibraciones a nuestro
alrededor y en nosotros mismos y ve como todo este rítmico suceso se convierte
en tiempo.
Nuestro cerebro sabe realmente lo
que está sucediendo pero lo oculta a nuestra conciencia para mantenernos en
medio del caos que sucede en todo el universo. Si no fuese así, nuestros ojos solo
verían miríadas de luces moviéndose hacia todos lados en medio de una profunda
oscuridad y no seriamos capaces de movernos fácilmente a nuestro libre albedrio.
Todo cuerpo vivo posee naturaleza
espiritual, la cual se va separando de la energía mediante el proceso de la
vida para unirse al gran espíritu que lo origino. Por ello los seres humanos
percibimos el tiempo, pero no vemos de forma real lo que realmente está
sucediendo mientras pasa la vida.
La vida se puede comparar como un
pedazo de madera que arde, si vez bien durante este proceso se libera energía
que se representa en luz y calor, pero también vemos el humo, que sería
equivalente a nuestro espíritu.
Cuando seamos parte de del espíritu
que nos creó, nos olvidaremos del tiempo y del espacio, siempre y cuando después
de que viva no perdamos nuestro espíritu, porque en este caso el vestido de la
conciencia quedara en medio de este caos en el que existe el universo y percibirá
de forma intensa la sensación del tempo y el espacio, el cual serás capaz de
contar con alta precisión durante el tiempo que perdure la conciencia, lo cual será,
hasta cuando el último vestigio del espíritu del creador abandone este mundo.
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